VÍCTOR FRAILE: algunos conciertos se graban en la memoria… y otros en el alma. El broche perfecto a un viaje emocional llamado “Cantos de Lejanía”
El pasado sábado, Málaga no fue simplemente la ciudad que acogió el final de una gira, fue mucho más que eso. Fue reencuentro, despedida y dar paso a lo nuevo. Fue calor humano y desgarro contenido. Una sala con un público que, a pesar de la resaca emocional de Semana Santa y del fútbol copando pantallas, decidió apostar por lo único que nunca decepciona: la música sincera.
Y es que Víctor Fraile cerró su gira “Cantos de Lejanía” en la Cafetería El Caam de Málaga con un concierto íntimo, envolvente, eléctrico en emociones, donde cada acorde fue caricia y cada verso, un espejo. A su lado, como ya es habitual en este viaje compartido, el guitarrista Juan Navazo, compañero de cuerda en esta travesía, juntos nos regalaron en esta noche ese matiz preciso que convierte lo bonito en inolvidable.
Desde el primer instante, Víctor Fraile se mostró cercano, cálido, agradecido, y no solo por acompañarlo, sino por hacerlo con gente que coreaba sus canciones como si fueran propias. Y es que, al final, lo son. Porque “Cantos de Lejanía” no habla de historias ajenas, habla de nosotros: del amor, del miedo, de la pérdida, de la esperanza cuando parece que no queda ninguna. Víctor no interpreta canciones, las cuenta con esa mezcla de fragilidad y fuerza que te deja sin aire y, de alguna forma, te reconstruye.
La noche arrancó con la ya icónica “Mis Buenas Voluntades”, esa declaración de intenciones que suena a comienzo y a cicatriz. A ella le siguió “Tu Secreto”, pieza del disco anterior, que sirve de puente entre lo que fue y lo que ahora vibra, como “Adiós”, “¿Quién Puede Bailar?” o “Antes de Que Guarde Silencio”. Víctor se tomó su tiempo entre tema y tema para contarnos la historia detrás de cada canción. No son discursos, son confidencias. Y eso, en un mundo tan ruidoso, es un acto de valentía.
Uno de los momentos más especiales fue cuando presentó su versión de “Viento de Cara”, de Supersubmarina, una joya que estrenará oficialmente este viernes 2 de mayo como parte de su nuevo EP “Sesiones Santarosa”. Pura emoción, silencio en la sala y respiraciones contenidas para un tema que merece todo nuestro cariño y respeto, y que simplemente decía: “Gracias por esto”. Y por si fuera poco, nos regaló otra perla que nos toca muy de cerca: “En Brazos de la Fiebre”, de Héroes del Silencio, también incluida en su nuevo EP. Nuevas versiones llevadas a su terreno con respeto, con estilo, con ese timbre que te arrastra como un río lento y te deja en la orilla, preguntándote en qué momento se te erizó la piel.
El calor de Málaga no solo se mide en grados. Se mide en complicidad, en aplausos, en voces que cantan. Y así fue el público de El Caam: un coro invisible que arropó a Víctor en cada tema, que lloró con él en “Las Voces que Admiramos” y otras tantas como terapia compartida y que se permitió reír cuando tocó hacerlo.
Ese equilibrio entre emoción y ligereza, entre ternura y verdad, es uno de los sellos de esta gira, como se viven las cosas que no se repiten: con la certeza de estar asistiendo a algo irrepetible. Y así es como vivimos esa adaptación de un poema de Blas de Otero convertido en “Hombre”, que es arte dentro del arte.
El final llegó con “Son de Luna”, esa canción que ya es bandera, himno, despedida con los pies en el suelo pero los ojos mirando hacia lo alto. Y no, nadie quería que acabara. Porque lo vivido ahí dentro fue de esos momentos que no necesitan fuegos artificiales para ser inolvidables. Solo necesitan verdad. Y de eso, Víctor va sobrado.
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